Tener un producto innovador, único y de calidad es condición sine qua non para que a una empresa le vaya bien. En el mundo del vino de gama media-alta y alta esa condición es una máxima que supone la diferencia entre tener éxito o tener que cerrar.
Actualmente, ese mercado de vinos de gama media-alta y alta es un ecosistema globalizado donde pequeñas, medianas y grandes bodegas coexisten y compiten por alcanzar clientes gourmet que se conviertan en consumidores y para hacerlo, deben dotar a sus caldos de carácter y personalidad propias.
Para conseguir esas características especiales los enólogos han recurrido a aumentar la tecnificación e investigando los procesos y los elementos que intervienen en la elaboración del vino y como repercuten las variaciones de estos en el resultado final. De los numerosos elementos que intervienen tales como el clima, el tipo de uva, la altitud, el suelo, sus características y su la influencia se está descubriendo como una variable que influye en otros factores como el agua, el riego, la fertilización, los nutrientes.
A la hora de buscar el mejor producto posible, se debe tener en cuenta, que un mismo tipo de uva va a ver sus características potenciadas o diluidas en el vino resultante dependiendo del tipo de suelo sobre el que se halle ese viñedo.
Para ver esas características que se quieren potenciar en un vino, podemos clasificar los suelos en 4 tipos básicos:
VINO DE SUELOS ARENOSOS
Las características principales de los suelos arenosos es que están bien drenados y retienen el calor. En regiones de clima cálido, los suelos arenosos producen vinos que son «más suaves» con menos color, acidez más ligera y tanino bajo. Si alguna vez ha tomado un vino de Barolo en Italia o de algunas zonas de California ha visto lo pálidos que son los vinos, esta es una de las razones. En regiones de clima más fresco, como Médoc y Graves en Burdeos, los suelos arenosos benefician a los viñedos al retener el calor y drenar bien para producir vinos altamente aromáticos. Un beneficio adicional de los suelos arenosos es su resistencia a las plagas que podría alentar una mayor producción orgánica en la región vinícola. Por todo ello, los vinos producidos en suelos arenosos suelen ser vinos elegantes con aromas altos, color pálido y tanino bajo
Las variedades de uva más adecuadas para este tipo de suelos son la Cabernet Sauvignon, la Nebbiolo y la Zinfandel.
VINO DE SUELOS ARCILLOSOS
Los suelos arcillosos se caracterizan por mantenerse más frescos y retener el agua. Hay varios tipos de suelos arcillosos, incluida una arcilla rica en cal llamada arcilla calcárea que se dice que es incluso más fresca. Estos suelos son famosos por producir algunos de los vinos tintos y blancos más especiales del mundo. Los vinos que provienen de viñedos de suelos arcillosos suelen ser vinos musculares con gran aroma e intenso color. Algunas zonas de vinos famosos cultivados en suelos arcillosos son en la Ribera del Duero, Rioja o Pomerol.
Las sirah, tempranillo y merlot son los tipos de uva que produciran vinos de mayor calidad en estos suelos.
VINO DE SUELOS LIMOSOS
El limo es un suelo de textura más fina que la arena por lo que atrapan más el agua pero aguanta menos el calor, lo que a veces puede dar como resultado condiciones de crecimiento excesivamente compactas y saturadas de agua. Un problema con algunos suelos limosos es que pueden ser demasiado fértiles para la producción de vinos de calidad. En las regiones de clima más frío que tienen sol, los sitios ideales de suelo de limo tienden a mezclarse con una porción de piedra caliza. Por todo esto sus vinos suelen ser suaves y redondos, con un poco menos de acidez.
Un viñedo con la varietal pinot-noir. sería el más apropiado en este caso.
VINO DE SUELOS FRANCOS
Los suelos francos corresponden a una mezcla casi igual de limo, arcilla y arena, así como una materia orgánica llamada humus. Los suelos francos son muy fértiles y generalmente hacen que los viñedos sean más vigorosos. Debido al vigor, la mayoría de los suelos francos producen vinos que tienen muy poco sabor y color. A pesar de este hecho, los suelos francos ofrecen un gran potencial con vinos elaborados a partir de viñedos que tienen rigurosos regímenes de poda.
Además de esta clasificación básica, existen otra más complejas y avanzadas que tipifican el suelo también en su origen de formación: metamórfico, aluvial, sedimentario, volcánico, … que veremos mas adelante en otro artículo del blog.
En conclusión, la importancia del suelo es capital a la hora de idear, diseñar y construir una plantación vitivinícola, ya que los suelos nos ayudarán a regular las fluctuaciones del clima, a retener el calor o a dispersar el agua. Además, elementos del suelo como la profundidad y composición de un suelo, nutrientes, drenaje y retención de agua, pH … todos tienen sus efectos en el vino que produciremos.